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El Áloe vera, historia de la «Planta de la Inmortalidad»

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Me propongo contaros lo que conozco sobre el Áloe vera y algunos de sus congéneres, a través de varios artículos, como si de una novela corta se tratara. A pesar de lo mucho que se ha escrito sobre esta planta espero poder sorprenderos todavía.

Permtidime empezar recordando un poco la historia del uso del Áloe para llegar a haceros propuestas mucho más novedosas tanto en el ámbito de la medicina, como en el de la cosmética e incluso de la gastronomía,  pues como muchos ya sabéis el áloe vera se puede comer siendo actualmente considerado un interesante alimento funcional, pero en este aspecto profundizaremos más adelante.

Ahora qué os parece sumergiros conmigo en el tiempo para recordar cómo ha sido utilizado el áloe en las distintas culturas, andaremos un camino intenso pues estamos hablando de una planta que cuenta con más de 5000 años de historia, ¡fascinante verdad!, incluso se hace difícil datar exactamente quienes fueron los primeros en usarla para fines medicinales, quizás no sea eso lo más importante y sí conocer un poco de la fascinante historia de esta planta, áloe, sábila, zábila…¡Allá vamos!

A nivel popular el áloe es llamado de muy diversas maneras. En España, se le conoce por sábila o zábila, en castellano; en euskera como «belaamintza» y en gallego «herba babosa«. En otras partes del mundo se la conoce como: stoletnik (столетник) que significa «centenario», en Rusia,  «Echte aloe» en Alemania, Hayak paura en quechua, Lankju laphi en aymara,  Aloe-hei en chino, en México como «sábila» y en la mayoría de países de toda latinoamérica ( Perú, Chile, Colombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Panamá etc.) se le conoce como también como sábila, en Argentina como «sábila o áloe «, en Cuba como Áloe etc.

La palabra «Áloe» procede del término hebreo «alloeh» que significa «sustancia amarga y brillante» y el nombre «vera», tiene un orgien latino que significa «verdad o verdadero»; con respecto a la denominación popular más abundante de «sábila» procede del griego «sabaira» que significa «amargo» y del griego «Çabila» que significa «planta espinosa».

En la actualidad se le puede denominar a nivel cientítfico de dos manera diferentes:

  • Aloe vera (L.) Burm.f., haciendo referencia al botánico Nicolaas Laurens Burman quien en 1768, corrigió la anterior denominacion de Carlos Linneo como Aloe perfoliata var. vera para pasar a  denominarlo Aloe vera en una publicación de Flora Indica.
  • Ese mismo año, unos meses después,  Philip Miller lo denominó, en Gardener’s Dictionary, como Aloe barbadensis Miller.

El nombre correcto debería ser el de Áloe vera (L.) Burm.f. ya que Nicolás Burman fue el primero en darle nombre, no obstante hoy por hoy se admiten ambas denominaciones como sinónimas, aunque parece tener más predicamente Aloe barbadensis Miller.

En la actualidad la Farmacopea Europea distingue entre el áloe o acíbar de las Barbados (Aloe barbadensis), que consiste en el jugo desecado y concentrado de las hojas de Áloe vera (L.) Burm.f., (sinónimo: Aloe barbadensis Miller), con un contenido mínimo del 28% de derivados hidroxiantracénicos, expresados como barbaloína, respecto a la droga desecada y Aloe o acíbar del Cabo (Áloe capensis), que consiste en el jugo desecado y concentrado del Aloe ferox Miller, ofreciendo un mínimo del 18% de derivados hidroxiantracénicos, expresados igualmente como barbaloína respecto de la droga desecada. https://www.fitoterapia.net/vademecum/plantas/index.html?planta=8

Son más de 5000 años los que nos permite viajar el áloe vera en el tiempo en busca de sus más remotos usos y muchas son las culturas que podemos conocer. ¿Os imagináis hacer el viaje del áloe siguiendo sus huellas, las culturas que lo empezaron a usar y tratar de recopilar algunas de las antiguas fórmulas? Ciertamente sería fabuloso, os invito a viajar de momento desde casa para aprender más sobre esta increíble planta, «la planta de la inmortalidad», así consideraba por los egipcios.»

Parece que los primeros vestigios epigráfricos en escritura cuneiforme, es decir escritos sobre superfice dura, del uso de la planta datan de hace unos 2100 años a.C. y  se remontan a la cultura de los sumerios apareciendo mencionado el uso especialmente del acíbar en una de las tablas de arcilla de Akkad, posteriormente se han encontrado vestigios similares en la cultura babilónica. Huellas anteriores se han encontrado en la cultura egipcia, aunque en forma de documentos pictóricos datados del año 3000 a.C. donde se hace mención al áloe empleado como poderoso purgante, para tratar heridas y como cosmético.  De manera análoga se encuentran referencias en la cultura China del uso del áloe, datadas de unos 2.700 años a.C.

Publicación de 1942, en la que en sus más de 60 fórmulas descritas con áloe vera, se usa el acíbar de la planta. Frerichs G., Arends G., Zörrnig H., Tratado de Farmacia Práctica, Editorial Labor S.A. 1942
Publicación de 1942, en la que en sus más de 60 fórmulas descritas con áloe vera, se usa el acíbar de la planta. Frerichs G., Arends G., Zörrnig H., Tratado de Farmacia Práctica, Editorial Labor S.A. 1942

Para los egipcios, el áloe, era considerado la “planta de la inmortalidad” y fuente de belleza y salud, apareciendo mencionada en uno de los más antiguos tratados de medicina conocido, el Papiro de Ebers, (1500 a C.). En uno de sus libros, el Libro de los Remedios se recogen más de una docena de fórmulas medicinales en las que interviene el áloe,  y se descubre en este documento como los médicos egipcios trataban la fiebre del heno con una mezcla de antimonio, aloe, mirra y miel.  Era muy importante en los ritos funerarios pues dadas sus propiedades bactericidas usaban el aloe en los embalsamamientos de los faraones y la sembraban a lo largo del camino que llevaba al Valle de los Reyes y arededor de las pirámides, para que el faraón pudiera alimentarse en su trayecto al mundo de Osiris (dios egipcio de los muertos y símbolo de resurección y fertilidad). Parece ser que se creía que cuando el áloe florecía se interpretaba que el faraón recién fallecido había llegado sano y salvo al más allá.

En Egipto, siguen plantando áloe alrededor de los cementerios simbolizando la Paciencia, para quienes han perdido a un ser querido.

Las dos reinas egipcias, Cleopatra y Nefertiti parece ser que debían gran parte de su belleza al uso de esta planta. Se dice que Cleopatra empleaba un colirio elaborado con el jugo del áloe vera para darle brillo a su mirada y que Nefertiti conservaba su belleza tomando baños en los que mezclaba leche de burra y aloe vera, este mismo procediemiento se atribuye también a Cleopatra.

Hacia el 700 a.C. aparecen referencias del uso del áloe en el Libro de los Vedas, uno de los textos sagrados del hinduismo como «el curandero silencioso», en la medicina hindú, el ayurveda, el áloe era considerado una planta muy importante y se propone su uso como tónico, purgante, para el tratamiento de diversas afecciones del sistema circulatorio, aparato digestivo y aparato reproductor femenino, en especial se usa para tratar diversos problemas del útero. Se consideraba útil para equilibrar las tres dosas o energías, Pitta, Kapha y Vata.

Los persas llamaron al áloe, “lirio del desierto”. Una leyenda cuenta que Alejandro Magno decidió conquistar en el año 236 a. C., la isla de Socotra, en la que abundaba la planta con el fin de abastecerse de ella y emplearla para curar las heridas de sus soldados durante las frecuentes campañas militares.

En la antigua Grecia también se empleaba el áloe por sus múltiples propiedades curativas.
Hipócrates, (460 a.C- 370 a.C.)  padre de la medicina moderna,  la menciona en muchos de sus tratados de medicina, considerándola una eficaz planta antiinflamatoria, desinfectante y eficaz regeneradora de la piel.

Dioscórides, médico griego, en su herbario, siglo I d. C., hace una amplia descripción del áloe, poniendo en evidencia sus propiedades medicinales para el tratamiento de heridas, problemas gástricos e incluso la fatiga, dando recomendaciones en especial del uso del acíbar e importantes precauciones de empleo del mismo, prescribiendo el uso del áloe para tratar llagas, abcesos, hemorroides etc.  Plinio el Viejo, su coetáneo, en los orígenes del cristianismo, amplía en su obra “Historia Natural” los descubrimientos realizados por Dioscórides y afirma que las raíces cocidas de la planta pueden curar úlceras leprosas, así mismo fue el primero en afirmar que la el áloe podía reducir la transpiración corporal.

Los habitantes del desierto del Sahara y de la Península arábiga eran grandes conocedores de las propiedades del áloe. El médico y filósofo Avicena (980 d.C-1037 d.C) contribuyó a la difusión de sus propiedades desde Isfahán, en la antigua Persia.

En la época de las cruzadas, los cristianos europeos usan el áloe por sus efectos cicatrizantes y tras la invasión de la Península ibérica en el siglo VIII, por los moros de Tariq ben Ziyad, éstos introducen el áloe en España y lo comienzan a cultivar en Andalucía.

Parece que los marinos de Cristóbal Colón consiguieron vencer el escorbuto y otras enfermedades gracias a las plantas de áloe que el almirante hacía que se transportaran en las embarcaciones, siendo empleado para curar también las llagas que los marineros se hacían por el roce de los remos con la piel. El almirante llamó al Aloe, «Doctor en maceta» . Se le atribuyen a él estas palabras:

» Cuatro son los alimentos que resultan indispensables para el bienestar del hombre, el trigo, la uva, la oliva y el áloe. El primero lo alimenta, el segundo levanta su ánimo, el tercero le aporta armonía y el cuarto lo cura». Cristóbal Colón 1451-1506

LLevado el áloe hasta América por Cristobal Colón, fueron los jesuitas los que al parecer promovieron su cultivo en las colonias españolas, tanto en las de América, como en las de África y el Extremo Oriente.

En la América precolombina el áloe era considerado por los Mayas una planta sagrada y la usaban para curar heridas, picaduras de insectos y mordeduras de serpiente. Hoy en día el áloe cubre grandes extensiones de cultivo por todo el continente americano, en especial por América central.

A principios del siglo XVI, el médico y alquimista suizo Paracelso, hace referencia al jugo del áloe en su Botánica oculta, publicada en 1592, contando que cura las quemaduras y los envenenamientos de la sangre.

Dentro de la historia más reciente, la primera sustancia que se descubrió en el áloe fue la aloína, identificada en el año 1851 y considerada  como la sustancia más importante de la planta, siendo  empleada como laxante fuerte. En 1934 el doctor C. E. Collins y su hijo, comenzaron a emplear el áloe para tratar la piel de los pacientes que se sometían a la incipiente técnica de los rayos X, comprobando que las personas tratadas con el gel del áloe vera se curaban antes y quedaban menos cicatrices en la piel.

Estos hallazgos fueron muy útiles, durante la II Gurerra Mundial, en especial para tratar las quemaduras de los afectados por las radiaciones de la bombas de Hiroshima y Nagasaki, comprobándose que la curación y recuperación de la piel era más rápida para las personas que eran tratadas con áloe.

Un segundo e importante hallazgo lo protagonizaron en 1951, los doctores Ikawa y Nieman quienes descubrieron que el mucílago interior de la hoja del áloe estaba compuesto por varios polisacáridos, por aquel entonces ya se sabía que este tipo de azúcares estimulaba el crecimiento de los tejidos.

Tras este hallazgo, el equipo del doctor Gunnar Gjerstad de la universidad de Texas, descubrió los principales elementos inorgánicos de la planta y no viendo en ellos una importante acción medicinal, se centró en investigar sobre los aminoácidos, y descubrió que el áloe tienen 18 de los 22 aminoácidos y 7 de los 8 esenciales. Junto con su colaborador Bouchey, descubrieron que una cucharada de gel de áloe contenía más de 75 componentes químicos distintos, en cantidades de aproximadamente 1 mg.

Hoy en día el áloe  ya no es solo considerado una planta medicinal útil para el tratamiento de diversas dolencias de la piel, sus usos científicamente demostrados avalan aplicaciones del gel del áloe vera como digestivo, para tratar la diabetes, inmunomodulador, como coadyuvante en distintos tipos de cáncer, etc.

En paralelo a los avances científicos que descubren y avalan diversas propiedades medicinales del áloe, la innovación llevada de la mano de cultivadores, procesadores del gel, investigadores, gastrónomos abre un nuevo abanico de usos del gel de la planta y de otras de sus partes, como las flores, y así lo encontramos ya como componente de alimentos funcionales  y elaborando con el áloe muy diversos preparados alimenticios como mermeladas, áloe en tacos, o formando parte de innumerables recetas de cocina.

Tras este resumido periplo por la historia del uso de esta planta, que para mí ha sido verdaderamente apasionante, espero poder seguir manteniendo vuestro interés en los siguientes artículos en los que os contaré:

1º ¿Qué es el áloe? ¿Cuántas especies de áloes conocemos? ¿Cuáles son sus principios activos? ¿qué aplicaciones terapéuticas nos ofrecen?, partes útiles de la planta, ¿cómo extraer el gel y cómo usarlo?

2º El áloe y sus usos cosméticos con interesantes y útiles fórmulas.

3º El áloe vera en la cocina, ¿qué partes se comen?, ¿cómo cocinarlas? Interesantes y divertidas recetas os esperan.

4º Y desde luego para mi es muy importante contaros, cómo usamos el áloe en casa y cuáles son mis experiencias personales y las contadas por mis alumnos y alumnas a lo largo de mis más de 20 años como docente. Un artículo muy subjetivo y sugerente, ya veréis.

Botica del Castillo de Niebla, Huelva
Botica del Castillo de Niebla, Huelva

26 Comentarios

  1. Me ha encantado, muy muy interesante, un abrazo Trini, muchísimas gracias

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    • ¡Muchísimas gracias! Me alegra mucho uqe te haya gustado, pues te invitoa que leas los otros 5 artículos soebre el áloe vera, uno de ellos contiene un amplio dossier de fórmulas cosméticas.

  2. Buen día gracias por su amor, dedicación y su gran compartir sus conocimientos con nosotros bendiciones para usted su familia y Yayito qué siempre está cerca

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  3. Gracias Trini, a mi de verdad me conmueve tanta dedicación y generosidad al compartir tus conocimientos, nos abres un mundo maravilloso, admiro tu fortaleza y entrega, cuando sea grande quiero ser como tú,

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    • ¡Hola Sófía De Anda!
      ¡Miles de gracias por compartir mis pasiones y por tus bellas palabras!
      ¡Abrazos silvestres!

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